Categorías

Suscríbase a nuestras noticias

¿Lo sabía?

Documento sin título

Visitas

Facebook de Perú defiende la Vida

Los argumentos de un ateo contra el aborto

GB Los argumentos de un ateo contra el abortoUsualmente las ONG´s abortistas acusan a los movimientos que defienden la vida como producto del fundamentalismo religioso. Muchos se han comprado el “cuento” porque les falta la formación filosófica que explica que existe una ley natural y moral, así como la existencia de unos derechos humanos del concebido, más allá de la fe que se profesa, sin mencionar lo que dice la biología acerca del inicio de la vida humana. Pero ¿qué pasa cuando un intelectual materialista y ateo señala también que el aborto es una aberración?

Hemos rescatado una de las tesis que el filósofo español Gustavo Bueno presentó en su libro “El fundamentalismo democrático” (Temas de Hoy, Madrid, 2010) en la que señala que la ley del aborto dada por Zapatero era un síntoma claro de corrupción tanto ideológica como corrupción en la práctica de la democracia en España. La información la hemos tonado de algunas notas de reportes de Aceprensa y HazteOir.org.

“No es habitual encontrar un análisis sobre la ley del aborto en un libro dedicado a la corrupción democrática. A menos que se entienda la corrupción, como hace Bueno, en un sentido más amplio de los definidos por el marco legal. A su juicio, hay toda una gama de «corrupciones no delictivas» que no por ello dejan de ser una «perversión» de la democracia.

Para Bueno, la ley de plazos del aborto es uno de los casos más sonados de «degeneración democrática» al que hemos asistido en España en los últimos años. Aquí sus puntos de vista:

El aborto no es progreso

En primer lugar, por la carga ideológica que lleva la reforma desde su concepción. Tal y como indica Bueno, la idea de una ley de plazos fue presentada por Zapatero recién obtenida su segunda victoria electoral (2008) dentro de un proyecto de «giro a la izquierda».

Bueno cree que entender el aborto como un contenido propio de un programa de izquierdas es una consideración «totalmente gratuita y temeraria». Como también lo es la identificación entre progresismo y aborto. Más bien, habría que ver el aborto «como un regreso o ‘retroceso reaccionario’ a la época de la barbarie».

Para justificar esta afirmación, Bueno recuerda que el aborto provocado solo puede considerarse un progreso como técnica del control de la población alternativa al infanticidio, pero aun así es algo propio de una época bárbara. Incluso si se consideran las cosas sólo desde este punto de vista limitado, parece bastante claro que el recurso al aborto en las civilizaciones avanzadas representa «un arcaísmo inadmisible».

El aborto no es un asunto privado

La segunda razón que invoca Bueno para considerar la nueva ley del aborto como un caso de corrupción democrática es la estrategia seguida por el gobierno para «zanjar la cuestión reduciéndola a un enfrentamiento entre los ‘defensores racionalistas’ del aborto y los antiabortistas ‘que se apoyan en la Conferencia Episcopal’».

Según este planteamiento, quienes se oponen al aborto lo hacen por motivos estrictamente religiosos. El gobierno respeta la posición de los fieles, pero éstos no pueden aspirar a imponer a la mujer embarazada sus convicciones religiosas. En último término, la cuestión del aborto sería un asunto privado.

Con esta sencilla argumentación, el gobierno aspira a silenciar a los discrepantes. La ausencia de un debate filosófico serio sobre el aborto se compensa con el puro voluntarismo político, «aduciendo que el único criterio práctico de resolución habría que buscarlo en lo que el pueblo decida a través de las Cámaras».

«Lo que importaba es tramitar la ley cuanto antes y conseguir su aprobación en el Parlamento democrático. La ley de plazos del aborto quedaría justificada en el momento en el cual hubiera recibido su condición de ley democrática. Por ello la postura antiabortista debería considerarse como un simple residuo propio de las concepciones más reaccionarias de la época medieval».

El concebido es una vida independiente del deseo

El tercer argumento de Bueno se dirige contra el supuesto «derecho al aborto» que tendría la mujer embarazada. La identidad individual del nasciturus, presente en cada fase del proceso ontogenético, hace que el argumento del «hijo no deseado» salte por los aires: «La vida de ese hijo que tiene ya una identidad singularizada no tiene nada que ver con que otra persona, aunque sea su madre, lo desee o lo deje de desear».

«(…) ¿Y qué le importa al germen, al embrión, al feto o al infante, que tienen una vida individual propia y autónoma respecto de la madre, el no haber sido deseado por ella? ¿Acaso puede un hijo asesinar a sus padres porque no desea tenerlos?»

Unido a lo anterior está la crítica a la idea misma de una de ley de plazos para el aborto provocado: «Tan justificada (a efectos de control de la población o de la defensa de la madre ante los hijos no deseados) como la legalización del aborto en la semana catorce estaría la justificación del aborto en la semana treinta y cinco o incluso la legalización del infanticidio».

La defensa de la vida no es una cuestión religiosa

El filósofo lo declara con rotundidad y sin que dé lugar a dudas: “Desde mis postulados materialistas converjo plenamente con los obispos y su verdad revelada: no al aborto. No es una cuestión religiosa. Ni de izquierdas y derechas. Cuando Zapatero ganó las elecciones por segunda vez hace poco más de un año reunió a sus huestes y les dijo que había que dar un giro a la izquierda, así que iba a replantear la cuestión del aborto. Zapatero identifica el aborto como una seña de identidad de la izquierda. Oponerse sería el signo del clero reaccionario. Menudo argumento, menuda calaña. No saben nada. Da tanta pereza argumentar contra esos disparates que sólo provocan desprecio. Pero hablar de propiedad del cuerpo es individualista, lo contrario del socialismo”.

No cabe poner plazos a la vida humana

“Cuando se habla y se propone una ley de plazos se da por supuesto que es progresista. Pero ¿cómo que hay plazos? Eso es lo que se debe demostrar. ¿Qué plazos? Los plazos se ponen desde fuera. Desde los primeros minutos, desde los 13 días, desde los dos primeros meses o lo que sea. Son plazos y divisiones extrínsecas. Es como dividir el tiempo en horas de sesenta minutos. El tiempo es continuo y lo dividimos en plazos por convención. Como los plazos de las letras de los bancos. Quien habla de la ley de plazos sin mayor crítica no sabe lo que dice, es un inconsciente”, añade.

Leave a Reply

 

 

 

You can use these HTML tags

<a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>