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Universidad católica peruana dictará maestría en Bioética

12 jul bioetivaunist120712 Universidad católica peruana dictará maestría en BioéticaLIMA, 13 Jul. 12 / 09:12 am (ACI).- La Escuela de Post Grado de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (USAT) y el Instituto de Bioética de la misma universidad ofrecerán a partir del segundo semestre de este año la Maestría en Bioética y Biojurídica en la ciudad de Lima (Perú).

La maestría tiene como objetivo lograr competencias académicas, humanísticas y de investigación consistente en proteger la vida y la salud en salvaguarda de la persona humana y de su dignidad.

Según información enviada a ACI Prensa de la Coordinadora Académica del Máster, Rosa Sánchez Barragán, la maestría será de carácter semipresencial. Se desarrollarán sesiones presenciales cada quince días, los viernes y sábados, y se complementará con horas de trabajo virtual a través del desarrollo de casos y el análisis de documentos de interés bioético y biojurídico.

La metodología empleada contribuirá en el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes del maestrante a través de presentación de informes y estudios, trabajo en equipo, método del caso, a través de supuestos reales que permitirán adquirir experiencia en toma de decisiones, y role playing.

Entre los cursos a tratar figuran “Cuestiones actuales en bioética”, “Vida humana: forma origen y sentido”, “La persona y su sexualidad”, “Cuestiones científicas, filosóficas y jurídicas sobre el embrión humano”, “Fundamentos filosóficos y éticos del final de la vida humana”, “Ética del medio ambiente y desarrollo sostenible”, entre otros.

Más información: maestriabioetica@usat.edu.pewww.usat.edu.pe

Dos historias de lo que las auténticas madres hacen

madres coraje provida Dos historias de lo que las auténticas madres hacen

Arriba, Simone Calixto con Melissa y abajo, Bárbara Castro con Barbarita.

El ataque contra la vida que realizan diversos grupos abortistas ha hecho que los grupos que defienden la vida resalten lo que las auténticas madres naturalmente hacen por sus hijos: dar la vida por ellos si fuera necesario; y no al revés, como tratan de hacer creer estos grupos antivida, que no dudan de considerarlos como  intrusos o “eliminables” si  así el antojo de la mujer lo considera. Por eso, aparecen cada vez más historias de estas “madres coraje” como testimonio, aliento, en una sociedad confunde cada vez más  la libertad  con el egoísmo y donde el concepto de  ”heroísmo” parece querer ser guardado sólo para tiempos de “guerra” y no considerado para la vida diaria cuando así lo exige. He aquí las dos historias.

“Melissa es un milagro”

Simone Calixto es una madre brasileña que se rehusó a someter a un aborto como le sugirieron los médicos, luego que le diagnosticaran cáncer de mama casi al mismo tiempo de saber que estaba embarazada en Ontario (Canadá).

Tras optar por la vida de su pequeña viajó a Brasil en donde completó su tratamiento y tuvo a su bebé. Los médicos canadienses le indicaron a Simone, una doctora de 39 años, que abortara, pues su gestación incrementaba el tamaño del tumor en su pecho debido a las hormonas.

Le dijeron además que lo más seguro era abortar ya que los medicamentos del tratamiento contra el cáncer dañarían a la bebé.

Tal como recuerda Simone, los médicos del mejor hospital de Ontario, la ciudad en que residía, le dijeron que “sin este paso (el aborto) no podemos ofrecer el tratamiento”. “Si en ese centro de referencia tenían esta conducta, me di cuenta que ningún otro hospital sería diferente”, lamentó.

Presionada por la urgencia de una decisión para el procedimiento, Simone sintió “que iba a morir, mi alma se estaba muriendo”. Ante esa situación, Simone Calixto decidió usar su sonar, un dispositivo que permite escuchar los latidos del bebé en el útero, “y en diez segundos empecé a escuchar el corazoncito. Yo sentía que estaba vivo”.

Además, Simone recordó haber visto un programa de televisión brasileño, en el que presentaron un caso similar al suyo en el que el bebé nació sano. Luego contactó al doctor Waldemir Rezende especialista citado en la noticia, y viajó a Brasil. En su país natal, Calixto llegó a las 36 semanas de embarazo y dio a luz a través de una cesárea. El súbito crecimiento del tumor en su pecho, a pesar de la quimioterapia realizada, obligó a adelantar el parto.

La pequeña Melissa nació sana, con sólo una leve dificultad respiratoria. A su madre le extirparon posteriormente el seno en el que se encontró el tumor. “La parte más difícil ha terminado. Melissa es un milagro, una promesa que se cumplió”, señaló la feliz madre. (tomado de Aci Prensa).

Dio su vida por su hija

Una mujer española fue diagnosticada de cáncer mientras estaba cursando su cuarto mes de embarazo. Sin embargo, ella prefirió dejar de lado cualquier tratamiento hasta dar a luz a su hija que ya cumplió un año de vida aunque eso le terminó costando la vida.

Para la periodista española Bárbara Castro García la vida no podía ser más feliz: tras once años de noviazgo había contraído nupcias con su esposo Ignacio Cabezas con el que esperaban una hija.

Pero en julio de 2010, cuando ya llevaba cuatro meses de embarazo, una extraña llaga en su boca la llevó a consultar a un dentista que a su vez la derivó a un especialista quien le realizó múltiples y dolorosas pruebas. El diagnóstico fue terminante: cáncer de lengua.

Sin dudarlo, Bárbara decidió continuar con el embarazo, que habían anhelado durante tanto tiempo con su esposo, antes que comenzar un tratamiento que le pudiera salvar la vida.

En noviembre de 2010, y tras el nacimiento de la niña –que fue bautizada como su madre- Bárbara decidió someterse a una intervención quirúrgica para extirpar el cáncer que ya se había extendido por su boca. Tras la operación, la mujer perdió la lengua y parte de su mandíbula, lo que le impedía alimentarse por la boca y la obligaba a conectar una sonda a su estómago.

Bárbara falleció el último 4 de julio habiendo logrado criar a su hija durante un año y medio.

Para leer más sobre Barbara Castro

En España denuncian que el diagnóstico prenatal es la eugenesia del nuevo siglo

eugenesia21 300x206 En España denuncian que el diagnóstico prenatal es la eugenesia del nuevo sigloEl artículo escrito por Mercedes Beunza y aparecido en ACEPRENSA del 11 de julio de este año, señala lo que era previsible: que la fertilización asistida por carecer del respeto a la vida del embrión (persona humana), llevaría a la eugenesia. Así ya lo está viviendo España, y aquí en el Perú ya lo habíamos denunciado desde el 2010 ( ver posts). Lo peor es que el diagnóstico prenatal o preimplantacional no es seguro y ha fallado en contra ya en dos mil casos.

He aquí el artículo:

El diagnóstico prenatal, la eugenesia del nuevo siglo

La implantación de estrategias de selección prenatal está dando lugar a un número creciente de abortos eugenésicos. Los pocos afectados por síndrome de Down que nacen hoy son los supervivientes de una dura criba. Tres especialistas en el ámbito sanitario y social –Esteban Rodríguez Martín, Salvador Mérida y Jaime Vilarroig– exponen en Cuadernos de Bioética (1) , con datos, cifras y reflexiones, los dobleces de este fenómeno.

Los abortos eugenésicos han aumentado mucho en España durante la última década, hasta más de tres mil en 2009

El diagnóstico prenatal comenzó en las últimas décadas del siglo XX, hace apenas 25 años, y se ha institucionalizado. Está basado en la capacidad de diagnosticar desde las primeras etapas del desarrollo la presencia en un embrión o un feto de un gen nocivo para la salud o de alteraciones estructurales o morfológicas, genéticas o adquiridas que causen discapacidad o enfermedad.

Cribado sistemático

Estos programas forman parte de la política sanitaria española y se aplican a todas las embarazadas. Comprenden los cribados de cromosomopatías del primer trimestre (ecografía de la semana 12) y a los cribados de malformaciones estructurales del segundo trimestre (ecografía semana 20).

Para el diagnóstico de cromosomopatías se utilizan unos marcadores de riesgo que son: epidemiológicos (edad materna, antecedentes familiares, etc.), bioquímicos y ecográficos, como el pliegue nucal entre otros. Con estas pruebas se calcula el riesgo de tres cromosomopatías: las trisomías 21,13 y 18.

Si el riesgo resulta elevado, el diagnóstico deberá ser confirmado con una prueba invasiva: la biopsia corial o amniocentesis, que puede ser peligrosa para la vida del feto.

Estos programas de cribado prenatal difieren por completo en método y fines de otros programas de cribado de patologías. Difieren en método porque estas pruebas, al contrario que el diagnóstico prenatal, no suponen un riesgo desproporcionado. Y difieren en fines porque con la detección de estas enfermedades frecuentes se busca un tratamiento precoz.

En cambio, los programas de cribado prenatal no buscan el tratamiento sino detectar al paciente enfermo para, en la mayoría de los casos, decidirse por un aborto que acabe con el problema. Como afirma el Dr. Esteban Rodríguez: “En los cribados prenatales la mayoría de las enfermedades detectables no van a tener un tratamiento posible y, en el caso de las incurables, como las cromosomopatías, someten a los pacientes fetales a riesgos, tanto directos como indirectos, que son desproporcionados y evitables (…) La utilidad de los cribados de cromosomopatías es únicamente eugenésica, siendo el objetivo final permitir el aborto”.

Así se expresa en el Consentimiento Informado oficial del programa avalado por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO): “El objetivo final es conocer la integridad cromosómica de mi hijo y, de no ser así, permitirme acogerme a la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo”.

La tasa de nacimientos de niños con síndrome de Down ha bajado un 60% desde 1985, pese a que la de madres mayores de 35 años, las que tienen más riesgo, es ahora más del doble

Al amparo de la ley

La ley española del aborto regula los casos que se pueden justificar tras el diagnóstico prenatal. Se puede abortar sin límite de tiempo “cuando se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida y así conste en un dictamen emitido con anterioridad por un médico o médica especialista, distinto del que practique la intervención, o cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo confirme un comité clínico” (art. 15 c).

Pero, como ocurre en numerosas ocasiones con el lenguaje legal y político, la terminología es ambigua. Aun así, el Comité de Bioética de la SEGO ha entrado a definir los dos supuestos desarrollados en el art. 15 c, elaborando listados de enfermedades que justificarían los abortos para orientar a los comités clínicos y a los especialistas individuales a los que involucra.

Ante estos listados, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia ha advertido que “no existe una definición médica para lo que constituye la frontera de gravedad de una enfermedad fetal y tampoco existe una definición social para lo que constituye una vida normal para un neonato (…) Debido a la complejidad potencial de sus indicaciones, no existe una lista normativa de enfermedades que sean consideradas justificantes del aborto médico, dejando la decisión a cada caso en particular”.

Por su parte, La Comisión Deontológica de Ginecólogos por el Derecho a Vivir (DAV) ha contestado ampliamente la declaración de la SEGO reclamando que, al menos, “se deberían elaborar listados de enfermos ante los cuales los obstetras nunca deberían ofertar la posibilidad de la muerte prenatal”. Y reclaman que sea el lenguaje político el que se ajuste a las verdades científicas y no al revés: “Nos parece más apropiado y ajustado a la realidad científica englobar estos diagnósticos bajo el epígrafe de enfermedades con corta esperanza de vida y enfermedades con grados de dependencia. Precisando que el aborto bajo esta justificación no obedece a causas médicas sino de otro tipo”.

Tampoco el concepto de “interrupción voluntaria del embarazo” se libra de la ambigüedad. ¿Voluntariedad?, se pregunta Esteban Rodríguez. “A menudo no es tal. La mayoría de las veces se trata de ‘interrupciones condicionadas del embarazo’ por un diagnóstico prenatal. Embarazo que en un principio fue deseado y que el diagnóstico convirtió en indeseable”.

Riesgos del diagnóstico prenatal

El diagnóstico prenatal tiene limitaciones y no es infalible. En primer lugar, su capacidad es real para detectar cerca de un centenar de sistemas genéticos simples, pero no es aplicable para enfermedades complejas, como muchas de las patologías mentales, del comportamiento e incluso físicas (epilepsia, asma, alergias, etc).

En segundo lugar, para el cribado de cromosomopatías del primer trimestre, los marcadores de riesgo que existen (epidemiológicos, bioquímicos y ecográficos) son orientativos porque por sí mismos no bastan para establecer un diagnóstico, ya que a veces también se hallan en fetos sanos. Estos falsos positivos convierten a las gestantes en candidatas para someterse a la amniocentesis, prueba que conlleva la invasión del medio fetal, con un riesgo de pérdida del feto del 1-2%.

La edad también es determinante. Para el cálculo del riesgo se utiliza un riesgo basal, que en el caso del síndrome de Down se establece en 1/250, o sea: de 250 embarazos en mujeres mayores de 35 años, en uno habrá síndrome de Down. Teniendo en cuenta que actualmente la edad de la primera maternidad es cada vez más tardía, las gestantes consideradas de “alto riesgo” son también cada vez más numerosas.

Discapacitados desaparecidos

El porcentaje de recién nacidos con defectos congénitos viene disminuyendo progresivamente desde la despenalización del aborto. Es frecuente tomar como referencia el periodo 1980-1985, en el que el porcentaje de recién nacidos con defectos congénitos se situaba en el 2,22%. En 2009, la frecuencia se había reducido a menos de la mitad: 0,98%.

A la vez, el número de abortos realizados en España acogiéndose al supuesto de “riesgo fetal” se ha incrementado notablemente a lo largo de las dos últimas décadas, hasta alcanzar 3.317 en 2009.

En concreto, desde 1985, los nacimientos de niños con síndrome de Down han disminuido en torno a un 60%. Así, la tasa bajó de 17,48 por 10.000 nacidos vivos en el periodo 1980-1985 a 7,24 por 10.000 en 2009. Sin embargo, la tasa de prevalencia del síndrome de Down en embarazos ha ido subiendo paulatinamente durante los últimos años, posiblemente a causa del aumento de la edad materna. En efecto, si en 1985 el número de madres mayores de 35 años fue de 41.710 (un 9,1% de las mujeres que dieron a luz ese año), en 2009 fue de 105.823 (21,4%). Es decir, desde 1985 y a la par que iba disminuyendo el número de niños Down nacidos a menos de la mitad, el número y proporción de madres mayores de 35 años iba incrementándose hasta duplicarse.

“Nos encontramos con unos datos reales de muerte por aborto provocado del 80-90% de los fetos que presentan síndrome de Down en nuestro país”, concluye Salvador Mérida.

Objeción de conciencia

A pesar de las limitaciones de las técnicas, y del aumento de abortos eugenésicos, a menudo se argumenta que el objetivo del diagnóstico prenatal es informar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) va más allá, y habla del diagnóstico prenatal como de una acción diagnóstica anterior al aborto eugenésico, y catalogando este último como “opción reproductiva”.

Ante este marco sanitario, legal y social, que deja por completo indefenso al feto, la posible utilidad terapéutica del diagnóstico prenatal queda indefectiblemente vinculada a la eugenésica. Esto ocasiona problemas de conciencia a los especialistas que, queriendo hacer un buen uso del diagnóstico prenatal, se convierten en un instrumento del sistema sanitario y de su política de “prevención” no de las enfermedades, sino de las personas enfermas. Tanto es así, que la OMS reconoce el derecho a no participar en el diagnóstico prenatal a los médicos que se opongan al aborto, a pesar de recomendar su extensión a todos los países.

En España, la reciente ley admite la objeción de conciencia del personal sanitario que pueda verse implicado, pero “con resignación”, admite Salvador Mérida, “como quien tolera una amenaza, y no bajo un prisma positivo que valore y defienda el pluralismo existente en nuestras sociedades multiculturales”.

Padres bajo presión

Por otro lado, la presión institucional y social es grande. Las demandas judiciales por errores o limitaciones del diagnóstico prenatal son cada vez más frecuentes, lo cual estimula un desarrollo de la medicina defensiva y contribuye a la expansión de las estrategias de cribados eugenésicos. Se instaura un nuevo concepto de medicina a la que se atribuye el papel social de satisfacer deseos. “Una nueva Medicina –afirma Esteban Rodríguez– que puede convertirse en lesiva para la dignidad humana, especialmente cuando los deseos afectan a la procreación y suponen la destrucción de ciertas vidas”. Y muy peligrosa, al contribuir a que los especialistas vayan cediendo poco a poco ante una lógica cada vez más permisiva contra la vida, y que en algunos países ha derivado ya en una eugenesia postnatal.

Hay quienes a esta eugenesia postdiagnóstico prefieren llamarla “eutanasia fetal”, alegando motivos de compasión hacia el feto. Una compasión que afecta de modo directo a los progenitores, empujando a la mayoría a una decisión irreversible que generará secuelas de por vida.

Pero, ¿qué pasa con los padres que deciden dejar vivir a sus hijos enfermos o discapacitados? La presión no es menor para ellos. “Considerar desde una institución sanitaria que es ético destruir por compasión a un feto enfermo, con corta esperanza de vida, portador de discapacidad severa, o que dará lugar a una vida dependiente, es una forma de inducir al aborto eugenésico y estigmatizar a los padres que deciden respetar la vida de sus hijos y amarlos hasta el final”, expresa el ginecólogo Esteban Rodríguez.

Todo eso podría evitarse, a juicio del ginecólogo, si se prescindiera del “diagnóstico prenatal eugenésico (cribado de cromosomopatías), que no tiene ninguna utilidad terapéutica, y cuya eliminación o postergación salvaría la vida de miles de niños en el mundo, sobre todo de los afectados por síndrome de Down”.

Doble moral

En nuestra sociedad, gracias a un esfuerzo colectivo, hemos logrado que las personas afectadas por el síndrome de Down vean cada vez más reconocida su dignidad y diversidad, alcanzando bastante autonomía, participación e igualdad de oportunidades. Sin embargo, y al mismo tiempo, se las deja nacer cada vez menos.

La Revista española de investigación e información sobre el síndrome de Down (n. 93, 2007, pp. 71-79) dice: “La presión social y la información poco actualizada han hecho ascender dramáticamente el número de abortos voluntarios de fetos con síndrome de Down (el 85% de los diagnosticados), destapando así la concepción discriminadora de la sociedad ante la discapacidad”.

En cambio, la actitud contraria manifiesta que el respeto a la dignidad de la persona es real e incondicionado. Aceptar una vida discapacitada significa decir a la sociedad que las personas valemos por lo que somos (Spaemann); es mostrar a los padres un modelo ideal de paternidad donde los defectos de los hijos no merman el amor (MacIntyre); es mostrar al mundo que el valor y dignidad de una vida no es susceptible de ser cuantificada en términos de gastos económicos (Lejeune); y, en fin, es sentirnos solidarios con una fragilidad que todos compartimos como miembros de una misma familia humana (Vara).

Jaime Vilarroig cierra su estudio con un apelación directa al lector: “Este rechazo al discapacitado es la plasmación concreta de un modelo antropológico que concibe al hombre como ser autónomo y destierra de lo humano los fenómenos de la dependencia y la vulnerabilidad (…) No seamos los primeros en desentendernos con el tópico de que ‘no nos concierne’, porque lo que afecta a cualquier humano nos concierne. Hagamos de la responsabilidad por el otro, cuando el otro no se puede valer por sí mismo o no tiene voz, un nuevo principio ético”.

Dos mil abortos “por error”  (aunque siempre es un error)

La sensibilidad (tasa de detección) y especificidad (ausencia de falsos positivos) de los cribados de cromosomopatías y malformaciones no es del 100%. En los protocolos actuales: cribado de primer y segundo trimestre, la tasa de detección puede conseguir niveles superiores al 80-90%, para una tasa de falsos positivos inferior al 5%.

Para hacernos cargo de la relevancia de estas cifras, Salvador Mérida hace un ejercicio teórico tomando como referencia el año 2009: aquel año hubo en España 492.931 nacimientos, de los cuales, 105.823 correspondían a embarazos de madres mayores de 35 años. Durante el periodo de gestación de estos niños, aplicando los criterios de cribado comentados más arriba, a estas 105.823 madres les recomendaríamos encarecidamente que se hicieran una prueba de amniocentesis. Si todas dieran su consentimiento y considerando un 1-2% de pérdida fetal, tendríamos entre 1.058 y 2.116 abortos provocados como consecuencia de los límites de la técnica.

Las demás gestantes, 387.108, pasarían al protocolo de cribado que incluye pruebas con marcadores bioquímicos y ecografías diversas. Como hemos comentado, estas técnicas tienen, en el mejor de los casos, una sensibilidad en torno al 80-90% y un 5% de falsos positivos. Interesa aquí resaltar este 5%: corresponde a fetos sanos que el cribado considera enfermos; en nuestro supuesto serían 19.355. De nuevo, aleccionaríamos a las madres para que se sometieran a la técnica de amniocentesis, lo que en este caso implicaría la pérdida de 193-387 fetos. Por lo tanto, los límites intrínsecos de la aplicación de las técnicas de cribado en las condiciones citadas, habría conllevado la muerte de 1.251 a 2.503 no nacidos.

Muere artífice de derechos reproductivos mientras su legado se deshace

Joan Dunlop1 Muere artífice de derechos reproductivos mientras su legado se deshaceEste interesante artículo apareció en Friday Fax y escrito por Susan Yoshihara P.D.

NUEVA YORK, 6 de julio (C-FAM) La militante feminista Joan Dunlop falleció la semana pasada a la edad de 78 años, precisamente una semana después de que su legado de reformulación de los esfuerzos internacionales por el control demográfico presentándolos como «derechos reproductivos» comenzó a deshacerse.

Dunlop falleció la semana pasada a la edad de 78 años, precisamente una semana después de que su legado de reformulación de los esfuerzos internacionales por el control demográfico presentándolos como «derechos reproductivos» comenzó a deshacerse.

Dunlop era protegida de John D. Rockefeller III, quien encabezó la ofensiva para lograr el control demográfico internacional. La visión de este último y su vasta fortuna determinaron la agenda para las instituciones que estaban fijas en la punta de la lanza de las guerras mundiales por el aborto, como ser la Federación Internacional de Planificación de la Familia, el Population Council, la Fundación Rockefeller y el Fondo de Población de la ONU.

La iniciativa de Dunlop revivió el vapuleado movimiento por el control demográfico después de que sus estrategias coercitivas se conocieron ampliamente en las décadas del 70 y del 80. Por tanto, ella contribuyó en la configuración de los debates internacionales sobre el aborto durante casi tres décadas.

Pero precisamente cuando exhalaba su último aliento, los líderes mundiales reprimían los intentos de incluir los «derechos reproductivos» en un importante documento de la ONU. Este se negoció hace dos semanas en la cumbre de la ONU sobre desarrollo sostenible, en Río de Janeiro.

Veinte años después de defender desvergonzadamente el control demográfico en la primera cumbre de Río, los delegados decidieron que la narrativa de los derechos de la mujer, que alguna vez fue conveniente, ya no era necesaria.

El término surgió en 1994, durante la conferencia de la ONU sobre población y desarrollo en El Cairo, reunión de alto nivel sumamente polémica en la que los proabortistas y algunos gobiernos intentaron sin éxito obtener el reconocimiento del aborto como un derecho humano internacional. Desde entonces, el término «derechos reproductivos» y otros como el de «salud reproductiva» perduraron porque les servía a los delegados de ambos lados del debate sobre el aborto. El documento oficial de El Cairo permite a los gobiernos interpretarlo de modo que incluya o excluya el aborto, en función de la legislación y de la política interna.

Pero, a fin de cuentas, la estratagema de Dunlop demuestra ser su propia ruina.

En los últimos años, figuras destacadas como la Secretaria de Estado de los Estados Unidos insistieron públicamente que la salud y los derechos reproductivos incluyen el aborto. Esto desequilibró la balanza y confirió credulidad a los delegados provida presentes en Río, quienes exigieron su rechazo.

El término también se tornó innecesario ya que los vínculos entre los defensores del control demográfico y los ambientalistas nuevamente quedaron al descubierto. El discurso promujer fue menos útil y vino con demasiado equipaje, es decir, cargado de la polémica del aborto.

Tomando la palabra de las feministas de que los derechos reproductivos no eran una cuestión de control demográfico, sino más bien de empoderamiento de la mujer, los delegados declararon desde la asamblea de negociación que eso tenía poco que ver con la «economía verde», que constituía su prioridad en la cumbre de Río.

Las feministas acometieron estos comentarios como un «revés» para los derechos de la mujer. Al intentar justificar su inclusión durante la semana pasada, varios reforzaron sus vínculos con el control demográfico. En un artículo para el Huffington Post, la ecologista Diane MacEachern dijo: «desacelerar el crecimiento de la población brindando a las mujeres acceso a la anticoncepción que ellas ya quieren podría reducir las emisiones de gas de efecto invernadero en un 8 y un 15 %».

La utilidad futura de los «derechos reproductivos», término y concepto que impregnan la literatura de la ONU sobre el desarrollo y los derechos, ahora parece turbia.

A medida que se desvanece el legado de Dunlop, la multimillonaria Melinda Gates  pasa a primer plano con su nueva campaña mundial de planificación familiar. La semana próxima en Londres, Gates, como Dunlop, intentará convencer a los gobiernos de que su iniciativa no está vinculada con el control demográfico ni con el aborto. Como Dunlop, Gates asegura que se trata puramente de los derechos y de la salud de las mujeres. Y como lo demuestra la carrera de Dunlop en el mismo ámbito, la ambigüedad que puede recoger el éxito de Gates también puede originar su fracaso.

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano

Detrás de la noticia de la muerte del hijo de Feng

fengaborto Detrás de la noticia de la muerte del hijo de FengObligaron  a una madre china a abortar su bebé de siete meses y la noticia recorrió los medios de todo el mundo. La pregunta es: ¿la reacción de protesta fue por la violencia de haber ido contra la libertad de la mujer o por la violencia del aborto? Este artículo aparecido en el  Diario El Comercio de Lima el día de ayer y escrito por la periodista Rossana Echeandía realiza un agudo análisis de la noticia.

La muerte forzada del hijo de Feng

Hace un par de semanas el mundo sufrió una conmoción ante la imagen de una joven mujer china y el cuerpo de su bebe de siete meses de gestación, uno junto al otro, tendidos en una cama. A ella la habían forzado a abortar y estaba en shock. El bebe, obviamente, yacía muerto. Aunque ese pequeño no había hecho nada que mereciera tal condena, seis mil trescientos dólares y una política de Estado fueron su sentencia de muerte. Estaba destinado a ser el hijo de Feng Jianmei y de Deng Jiyuan, pero era el segundo niño de esa familia y en China, su patria, solo se permite uno. Quien se atreva a tener un segundo hijo debe pagar una multa. Feng y Deng no pudieron reunir el dinero.

Autoridades de su localidad sacaron a Feng de la casa de su madre, la forzaron a firmar un documento que ni siquiera pudo leer y a estampar en él su huella digital; luego, le inyectaron una sustancia letal para su bebe. La historia, que había ocurrido en los primeros días de junio, se conoció porque las fotografías de Feng y su bebe fueron colgadas en Internet. Ante nuestros ojos, el escándalo adquirió nombre y rostro.

¿Pero qué fue lo que nos escandalizó? ¿Que hubieran forzado a Feng a abortar o el aborto en sí? Si lo analizamos veremos que, en cualquiera de los casos, el resultado hubiera sido el mismo: Feng y su hijo muerto tendidos en una cama. Es verdad que el hecho de que la hayan forzado hace que la historia sea aun más horrible; pero para el bebe, es igual. En ambas situaciones, él es expulsado del lugar que aún le corresponde. No le hace ninguna diferencia si su madre fue forzada a expulsarlo o si lo hizo ‘voluntariamente’; para él, el resultado siempre es el mismo: una muerte forzada.

En la foto de Feng y su hijo se hace evidente la crudeza de un acto que nunca es justo y que siempre es violento. Y que es así no solo para el bebe que pierde la vida en el proceso, sino también para la mujer que, de manera voluntaria o involuntaria, se somete al aborto y luego, inevitablemente, sufre las consecuencias en su cuerpo y en su mente.

Los organismos defensores de los derechos humanos no se han pronunciado sobre este caso.

Una política de Estado como la que rige en China es la condena a muerte de muchos inocentes, tal como cualquier promoción del aborto es una condena a muerte de otros muchos inocentes, precisamente de los más indefensos que el Estado y la sociedad deben proteger con más ahínco y convicción.

Al mirar la foto de Feng y su bebe, me preguntaba en qué podía diferenciarse esta imagen de la de cualquier otra mujer que yace en una cama porque, probablemente de manera ‘voluntaria’, ha optado por abortar. Seguramente no se diferenciará en nada y se verá como Feng tras esta terrible invasión. Es más, el resultado siempre será el mismo: un bebe muerto y una mujer que ha perdido a su bebe, dos víctimas. Los primeros, de sus madres; las segundas, de los promotores de una enorme industria transnacional que, vendiendo una supuesta libertad, solo entrega miseria, para hacer muy ricos a unos cuantos. Insaciables, estos quieren lucrar en todo el mundo. Ojalá que ningún resquicio se les abra en el Perú; son tan hábiles que un resquicio les basta.