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Esperando a un concebido

nacimiento 300x225 Esperando a un concebidoLa Iglesia Católica tiene un tiempo especial para esperar el nacimiento de un niño. Este tiempo es el Adviento y el niño no es un niño cualquiera. La historia de la humanidad se divide con su nacimiento. Occidente y parte de Oriente no se pueden entender sin sus enseñanzas. Millones de personas a lo largo de veinte siglos han encontrado en su persona el sentido de sus existencias. Y hoy, a diferencia de cualquier ser humano en la historia, es amado, seguido y adorado como Dios.

La Iglesia con su liturgia recorre la concepción y el embarazo de Jesús. Un 25 de marzo se celebra la Anunciación y nueve meses después su nacimiento. Y el credo católico señala que Dios hecho hombre estuvo en el seno de una mujer. Que ahí se formó. En el seno de una mujer pobre de un pueblo pobre, dominado por un imperio. Esta mujer nunca perdió la esperanza a pesar de las dificultades que traía su embarazo. Esta mujer, cuya presencia también ha sobrevivido los siglos, ha sido y es modelo para millones de mujeres de maternidad, de fidelidad y de fortaleza en medio del dolor.

Por eso la Navidad es tan bella. Porque celebra la vida a pesar de las dificultades porque está sostenida  por la esperanza. Una esperanza que brilla como la estrella de Belén. Que brilla como los ojos de una madre al contemplar a su hijo recién nacido. Como una luz que viene no del sol sino del mismo cielo.

Así la Navidad, entre tantas cosas que nos dice –porque es un misterio- nos señala con una claridad aplastante que la dignidad del nacido no depende ni de la riqueza o si tiene el futuro asegurado. La dignidad del nacido es porque es Hijo de Dios.

Por eso la lógica de quién debe nacer o quién no, de acuerdo a unos parámetros que sólo ven lo social o lo económico, quedan desarmados y revelan lo que son: meros cosificadores de una realidad que son incapaces de ver y abarcar. Dicen que quieren evitar el dolor, pero lo hacen de la misma manera que un anestesista quiere amputar un brazo. Lo amputado será irremplazable.

La Navidad es un canto a la vida y el abrazo del hombre con Dios.

Y por último, un ángel, mejor dicho, más que un ángel, un arcángel señala la concepción de este niño Dios. Y en el caso de nosotros, la Iglesia lo dice también: a cada uno, desde su concepción, Dios le ha designado su ángel de la guarda; como diciendo, efectivamente, tu vida, la vida de cada ser que nace, es muy valiosa como para que Dios no la tenga en cuenta.

¡Feliz Navidad!

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