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El santo Cura de Ars y el don de la maternidad

cura de ars4 El santo Cura de Ars y el don de la maternidadHoy la Iglesia celebra la fiesta de San Juan María Vianney, más conocido como el Cura de Ars, quien por su santidad de vida, preocupación por las almas a quien Dios le había confiado, fue nombrado patrono de todos los párrocos del mundo.

Su santidad era tan manifiesta que podría decirse que era el equivalente al P. Pío de Pietrelcina en el mil ochocientos. Su fama convirtió al pequeño pueblo de Ars en un sitio de peregrinación donde los creyentes iban a escucharlo, a recibir consejo, o a sanarse tanto espiritual como físicamente.

En la más conocida biografía de este santo, escrita por Francis Trochu, titulada “El Cura de Ars”, aparece  una reseña sobre la vocación al matrimonio vinculado al don de la maternidad, que calculamos puede ser muy valiosa e iluminadora para los creyentes. La cita se encuentra en la página 370 de Ediciones Palabra (2003).

A las personas unidas en matrimonio les hacía ver la grandeza de su vocación y les exhortaba a cumplir santamente sus obligaciones de su estado. La señora Ruet, de Uroux (Ródano), que ya tenía numerosa descendencia, iba a ser madre otra vez. Fuese al Cura de Ars en busca de consuelo. No hubo de aguardar mucho, pues el Santo la hizo salir de entre la multitud.

– “Esta usted muy triste, hija mía, le dijo cuando estaba arrodillada en el confesionario.

– ¡Ah, si ya soy de edad avanzada, padre mío!

Tenga buen ánimo hija… ¡Si supiera cuántas mujeres están en el infierno por no haber dado al mundo los hijos que tenían obligación de darle!”.

Palabras que pueden parecer muy duras desde una mirada superficial, pero que salidas de la boca de un santo que dedicó su vida a salvar almas, mejor dicho, se inmoló por su feligreses, dejan de sonar como excesivas por el testimonio de su amor. A los oídos del siglo XXI, se pueden sumar tres elementos: primero la contaminación de la “cultura anticonceptiva” o la cultura de “sólo la parejita” entre los mismos católicos;  segundo, que muchos sacerdotes han dejado de hablar del infierno y éste no ha sido borrado del catecismo;  y tercero que se olvida que desde la visión católica Dios bendice, sí, bendice, con hijos a las familias y que cada hijo tiene un plan asignado por Dios en el mundo.

En otro pasaje:

“¡Ánimo!”, decía con paternal afecto a una señora que le confiaba sus cuitas a causa de su numerosa prole. “No le espante a usted la carga: cuando Dios concede a una madre muchos hijos, es señal de que la juzga digna de educarlos. Es por parte de Dios, una prueba de confianza”.

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