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En Canadá se ha demostrado una vez más que en la lógica del aborto se encuentra la lógica del infanticidio, es decir, la eliminación de una vida por un niño por ser incómoda, inoportuna, o lo que sea al gusto o egoísmo del adulto de turno; y que en el fondo que haya o no nacido es un tema meramente de formas.
Esta sangrienta realidad se ha comprobada en Canadá luego que se supo que entre el 2000 y el 2009, 491 niños que habían nacido con vida a pesar de haber intentado abortarlos fueron posteriormente dejados morir. Las cifras las dio Statistics Canada, una agencia del gobierno federal. (ver aquí)
Si los canadienses provida estaban preocupados por la falta de protección jurídica de los niños no nacidos, ahora ven con preocupación cómo el criterio abortista de eliminación de la vida se mantiene a los niños que nacen . Ante esta situación, el sistema de justicia, los líderes políticos y los medios de comunicación han permanecido en silencio.
Es decir, la conciencia moral canadiense ya se encuentra totalmente anestesiada, pues lo que antes era puesto como un límite irrenunciable e incuestionable para defender la vida de cualquier persona, el haber nacido, ahora es simplemente vulnerado sin la indignación ni de las autoridades ni la opinión pública.
El Acta de Protección a los Niños en los Estados Unidos fue firmada como ley durante la presidencia de George W. Bush, y protege a dichos niños en (que nacen después de un aborto) luego que la Jill Stanek, una enfermera se diera cuenta que en el área hosítalaria de Chicago se les dejaba morir.
Pero como sabemos, el actual reelegido presidente Barack Obama se ha repetidamente negado a apoyar dicho proyecto de ley en Illinois para proveer de adecuada ayuda médica y protección para dichos niños.
